He hecho casi un retiro personal antes de escribir sobre este tema, porque desde el acto de idolatría de la Pachamama en el 2019, probablemente éste se ubique en el top 3 de las situaciones más complejas de este pontificado. Y digo "complejo", no porque haya duda alguna sobre el carácter herético del discurso dado por el papa en Singapur delante de los jóvenes, sino por las implicaciones para la Iglesia y en última instancia en la vida del católico de a pie.
Cualquier católico con mínima formación catequética puede identificar en esta afirmación un conflicto claro y distinto con la doctrina católica, sin embargo, la primera enseñanza con la que colisiona como un bloque es la que ha salido de la boca del mismísimo Salvador, pues hablando de "caminos" y "preferencias", el Señor dijo con muchísima claridad "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, si no es por mí" (Jn 14,6) Esta sola cita bíblica debería bastar para catalogar este enunciado como herético indistintamente de su contexto, desechar lo que sea que venga después de ello y que los obispos que algo se hayan enterado de su propia misión, corrijan pública y fraternalmente al obispo de Roma. Sin embargo, el Magisterio de la Iglesia también se ha pronunciado reiteradas veces de manera negativa respecto de esta afirmación -faltaba más, que por algo es depositaria de la Revelación-.
Ante esto, muchos católicos en su afán de tratar de hacer "interpretación amplia" de las palabras del papa (con no pocos malabares mentales) citan la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II para decirnos que el papa quería hablarnos de las "semillas del Verbo" que hay en otras religiones, sin embargo, en ningún momento el papa hace mención a esto, de hecho, el discurso toma un matiz más relativista en la medida en que avanza, al punto de concluir que "todos somos hijos de Dios" y que la discusión de "qué Dios es el verdadero" es estéril e inútil. Dejando en ridículo y en el absurdo a los miles de mártires que han derramado su sangre por confesar a Jesucristo como el único Dios y Señor... ¡Qué desperdicio! ¡No había necesidad de convertir a la gente, bastaba dejarlos como están y que cada quien siga su camino!
De hecho, esta afirmación contradice al mismo Concilio Vaticano II que en el punto 14 de su Constitución Apostólica Lumen Gentium dice:
«El sagrado Concilio fija su atención en primer lugar en los fieles católicos. Y enseña, fundado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, que esta Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación. El único Mediador y camino de salvación es Cristo, quien se hace presente a todos nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia. El mismo, al inculcar con palabras explícitas la necesidad de la fe y el bautismo (cf. Mc 16,16; Jn 3,5), confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta. Por lo cual no podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia católica fue instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin embargo, se negasen a entrar o a perseverar en ella».
Por último la misma Santa Sede en su traducción al inglés de este discurso, trato de "blanquear" las palabras del papa para que no pareciera que dijo lo que dijo (https://www.pillarcatholic.com/p/pope-francis-stirs-controversy-with) porque en este pontificado la prioridad en muchos sectores eclesiásticos es la de defender a toda costa la imagen institucional, cuando el canon 1752 del Código de Derecho Canónico nos dice que la ley suprema de la Iglesia es la salvación de las almas, no la imagen.
Que además, concluir que "todos somos hijos de Dios" echa por tierra la naturaleza, sentido y finalidad del bautismo, que es claramente la única manera en la que Dios ha querido hacernos hijos, por lo que, quien no está bautizano no puede ser hijo de Dios puesto que es criatura, sometida al pecado original además.
Considero que ya muchos han escrito sendos artículos profundizando este tema en particular. Lo que nos interesa ahora es ¿qué debemos hacer? Pues lo de siempre: rezar por el papa (por su conversión) aunque esto suene a "blasfemia" en los oídos castos de quienes han malentendido el dogma de la infalibilidad papal, pretendiendo que todo lo que sale de la boca del papa es infalible. Luego, SANTIDAD, que es lo que necesita la Iglesia y el mundo, y finalmente, resistir y mantenerse fiel en la barca de Pedro, aunque éste empiece a hacer hoyos para hundirla, después de todo, Nuestro Señor camina sobre las aguas y prometió permanencia eterna a la Iglesia a pesar de nuestras miserias.
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