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Foto del escritorSteven Neira

Sobre el sacerdote homosexual y sus desatinadas declaraciones


Sinodo-de-la-Familia

Como si no fuera ya suficiente la presión mediática que debe sufrir el Sínodo de la Familia, debido a las constantes tergiversaciones y elucubraciones arbitrarias de la prensa secular, resulta que a un curita le pareció “adecuado” hacer una revelación sobre su orientación sexual en vísperas al Sínodo. Evidentemente con la única intención de ejercer presión para que la Iglesia abandone la doctrina de Cristo y se ponga a merced de los caprichos de las minorías – como suelen hacer los gobiernos con las leyes –, sin embargo, tal como sucedió con el P. Alberto Cutie en su tiempo, el P. Krzystof Charamsa deberá darse cuenta que la forma de manifestar su inconformidad con la doctrina cristiana no hará más que evidenciar su poco sentido común y la falta de tino para expresarse con respecto a la Iglesia.

Normalmente suelo expresarles que la gente se rasga las vestiduras con ciertas actitudes, pero esta vez mis estimados, quien se rasga las vestiduras soy yo. No me van a bastar los párrafos para expresarles mi indignación con respecto a la bajeza de este sacerdote, que habiendo prometido libremente y ante Dios, vivir la castidad, la pobreza y la obediencia, sale con un tono de víctima a denunciar “su vida dolorosa por tantos años”, por culpa de una “Iglesia homófoba”, como si alguien le hubiese apuntado con un revolver para que se ordenase, ¿o acaso no le bastaron los años de seminario para enterarse que el sacerdote debía ser célibe y de una afectividad equilibrada?

Al parecer este sacerdote que condena a la Iglesia de ser “homófoba”, durante su estancia en la Congregación para la Doctrina de la Fe no tuvo tiempo para encontrar en el Catecismo estas palabras:

“Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrifico de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.”[1]

RAZONANDO FUERA DEL RECIPIENTE

Me parece que sería éste un título mucho más sensato que debe encabezar la noticia en la que se emiten sus declaraciones… a continuación me tomaré la molestia de profundizar unas cuantas:

  1. “Soy un sacerdote homosexual. Soy un sacerdote feliz y orgulloso”

Seguramente ya los activistas bajo el título de todo el alfabeto (LGBTI)[2] le han de estar felicitando por su “valentía” y su “coraje” al defender tan digna, sublime y divina causa. Sin embargo, para quienes aún conservamos el sentido común y la razón por encima de los sentimientos, comprendemos rápidamente que aquí algo no cuadra con la realidad. Este sacerdote trata de convencerse – y convencernos – de que su criterio subjetivo de “felicidad” y “amor” responde a aquella realidad que es querida por Dios, pero que “la Iglesia mala y malvada” no le permite vivir con “libertad” (otro término evidentemente subjetivo que sabrá Dios cómo lo entiende él).

  1. “Es una decisión personal difícil y dura en el mundo homofóbico de la Iglesia Católica”

Yo sinceramente no termino de comprender cuál es la motivación principal de este sacerdote, cuya homosexualidad no se presentó de la noche a la mañana, ni se enteró de sus inclinaciones el día después de su ordenación… si este señor ya sabía – como lo dije antes – a qué se metía, ¿para qué o por qué continuó, siendo que nadie lo obligó? Esto sencillamente habla de un capricho, de querer vivir como se le pega la gana, y que una vez que la Iglesia le manifiesta que dicha forma de vivir no está en concordancia con la doctrina cristiana, resulta que se siente “víctima” y “falto de libertad”. Ciertamente, al igual que sucedió con el P. Cutie, que prefirió traicionar a la Iglesia con una mujer, terminará yéndose – si es que no se arrepiente – a alguna de las miles de sectas en donde AHÍ SÍ podrá vivir como quiera, dado que existen para todos los gustos, colores y sabores.

CONCEPTOS ERRADOS DE “AMOR” Y “LIBERTAD”

Las declaraciones del P. Charamsa están plagadas de una pésima concepción de lo que es el amor y la libertad. Reiteradas veces manifiesta que “no ha podido vivir el amor y que la Iglesia no se lo permite”… Es más, manifesta que el camino que la Iglesia propone a los homosexuales (la castidad), es – según él – “la abstinencia total de la vida del amor” y que por tanto es “inhumana”. Yo en verdad no sé qué entiende este señor por “amor”, pero estoy seguro que no es un concepto claro y sano… Según este sacerdote, las relaciones sexuales serían “la vida del amor”. Partiendo de este hecho, es evidente que no ha vivido plenamente su sacerdocio, y menos aún su paternidad espiritual, ni qué decir de la pureza del verdadero amor. Si el amor se reduce a las relaciones sexuales, y por ende cuando no existen, serían la “abstinencia total de la vida del amor”, querría decir que los novios que viven la castidad antes del matrimonio son unos infelices, lo mismo que las religiosas, consagrados (me disculparán mis hermanos consagrados que viven plenamente su vocación), ni qué decir del Papa Francisco pues no está viviendo “la vida del amor”, y siendo todo esto así, el mismo Cristo no vivió el amor “plenamente”. Perdonarán lo absurdo de mis conclusiones, pero esa es la deducción lógica de las declaraciones de este señor.

Al parecer este sacerdote tiene entendida la libertad como la vivencia de los placeres y de las pasiones “como a mí se me venga en gana”… ciertamente, para quienes no comparten la doctrina cristiana esto les parecerá lógico, pero si hablamos de un sacerdote católico que ha pasado toda su vida viviendo una farsa (porque sería así siendo que ha hecho voto de algo en lo que no cree), pues entonces estamos frente a un desequilibrado.

“(…) Cuando a un sacerdote le falta la alegría, es triste; (…) ¿Es un problema de insatisfacción? Sí. Pero, ¿dónde está el centro de esta falta de alegría? Es un problema de celibato. Os lo explico. Vosotros, seminaristas, religiosas, consagráis vuestro amor a Jesús, un amor grande; el corazón es para Jesús, y esto nos lleva a hacer el voto de castidad, el voto de celibato. (…) La raíz de la tristeza en la vida pastoral está precisamente en la falta de paternidad y maternidad, que viene de vivir mal esta consagración, que, en cambio, nos debe llevar a la fecundidad.”[3]

Al parecer el P. Charamsa no estuvo presente en el Aula Pablo VI ese día – como quien les escribe – siendo que la Congregación quedaba tan cerca del Aula, no le hubiese hecho mal cruzar la calle y escuchar estas palabras del Papa que me parecen tan claras… este sacerdote habla de no haber podido vivir “el amor”, sin embargo el amor del que habla Cristo, la Iglesia y el Papa dista mucho del concepto errado y subjetivo que tiene él. Si ha sufrido viviendo una doble vida después de haber prometido libremente la castidad, no ha sido sino por su culpa, y en esto NADA tiene que ver la Iglesia. Si no ha sido capaz de vivir plenamente su sacerdocio y la paternidad espiritual (de donde nace la auténtica alegría de la consagración, como lo explica el Papa) no ha sido por culpa de la Iglesia, sino de las rupturas que no supo solucionar en su vida personal, y que decidió arrastrar hasta estos días en que – desatinadamente – decidió que la mejor forma para decirle al mundo que era homosexual, era en vísperas del Sínodo de la Familia y convocando a rueda de prensa para ejercer presión mediática.

LA PRENSA SECULAR Y EL AQUELARRE QUE SE VIENE

He escrito sobre la prensa secular y sus desatinos hasta la saciedad, así que está de más decirles que se preparen para todo el boom mediático que se viene por este escándalo y por las elucubraciones subjetivas que empezará a hacer la prensa sobre el Sínodo, en donde no hay más que dos opciones: o se lo pintará al Papa como “el que busca cambiar la doctrina” o a la Iglesia como el “recoveco anacrónico que no quiere ceder al mundo actual”. Pues la realidad hermanos, es que ni el Papa cambiará la doctrina ni la Iglesia cederá a la Sodoma y Gomorra del siglo XXI. El objetivo del Sínodo es encontrar soluciones pastorales a los problemas actuales concernientes a la familia y a su vocación en medio del mundo, y en este aspecto tan amplio, la homosexualidad no es más que uno de los tantos elementos a tratar, de manera que reducir el Sínodo a éste único aspecto es luciferino y malicioso. Propio del actuar que ya nos ha venido mostrando cierta prensa secular, como siempre.

No dejarnos sorprender, y consultar siempre fuentes católicas confiables, para así evitar ser parte de la red de mentiras y engaños de los que muchos son víctima, tan sólo por el apego al dinero que tienen ciertos medios de comunicación, en su búsqueda afanosa de sumar un punto más de su rating.

Oremos por este Sínodo y por la santidad de la familia en el mundo.

¡Que el Señor los bendiga!

 

[1] Catecismo de la Iglesia Católica, 2358

[2] Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales.

[3] S.S. Francisco, Encuentro con los seminaristas, los novicios y las novicias. Sábado 6 de julio de 2013

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