Constantemente he escuchado la misma pregunta por parte de personas que, teniendo un poco de conocimiento y sentido común, hacen: ¿Si las personas pueden conocer a Dios a través de la razón, porqué lo niegan? Yo añadiría más aún, ¿por qué aquellos que ya lo han conocido, deciden darle la espalda? Éste es un tema que aborda dos realidades ideológicas que son el ateísmo y el agnosticismo. De los cuales me centraré en los ateos, pues es mayor la cantidad que conozco de jóvenes que dicen no creer en Dios, que aquellos que habiéndolo conocido han decidido vivir de espaldas a Él.
LOS ATEOS
Seré franco y con la esperanza de que no se me malentienda la expresión. Considero en los ateos más que “no creyentes”, a personas idólatras. Por la sencilla razón de que todos necesitamos creer en algo, de manera que eso en que creemos y a lo que hemos decidido entregarle nuestra voluntad y afecto enteros, le llamamos nuestro absoluto. De allí que, las Escrituras nos hablan de todos y cada uno de los pecados y maldades que un ser humano puede cometer, sin embargo de los ateos no nos habla por ningún lado, pues el término que se utilizaba para designar a cualquier persona cuya creencia y absoluto no era Dios, eran los idólatras. Tratando así el tema, hemos de reconocer que existen en el ser humano una escala de valores, en donde cada uno puede identificar en dónde está su absoluto. Por ejemplo, un hincha de fútbol que se declara fanático, todos los domingos tira por la borda los modales, la familia, el estudio, el trabajo y hasta el respeto por sí mismo, con tal de alentar a su equipo… pero, ¿hasta dar la vida? Bueno, habrán algunos que sí, y entonces el fútbol será su absoluto – y casos de suicidio por estas cosas no nos falta – sin embargo hay muchos que no, de manera que el fútbol es importante PERO hay otra cosa por encima de ello, ¡ese es el absoluto!
Para una explicación profunda y bastante esclarecedora sobre este punto de vista con respecto al ateísmo les recomiendo una lectura de cabecera, que además de explicar con certeza el fenómeno del ateísmo, expone de manera clara lo absurdo de sus postulados frente a la realidad[1]
ATEOS FANÁTICOS E IRRACIONALES
A continuación, prefiero citar un artículo de un buen amigo a quien estimo y del cual me tomo el atrevimiento de tomar prestado un párrafo que describe muy bien una realidad:
“El problema con los ateos fanáticos no es que nieguen la existencia de Dios, ni que critiquen las acciones de la Iglesia; ni mucho menos que consideren nociva la idea de una práctica religiosa como tal. Durante siglos se ha discutido todo lo anterior en voz y pluma de innumerables filósofos, científicos y teólogos. Gente sumamente preparada en el tema ha argumentado de forma relevante a favor de ambas posturas. Sin embargo, un montón de personas que vieron alguna película tendenciosa, leyeron dos o tres citas de Nietzsche o interpretaron de forma incorrecta la labor de la Ciencia, creen que tienen los argumentos y la preparación para discutir estos temas a como les plazca. De lo que no se dan cuenta es que caen en la misma ignorancia fanática que tanto critican. Su “odio” incondicional del catolicismo es tan dogmático como los misterios de la Iglesia. Sus generalizaciones absurdas son tan irracionales como para ellos lo es la existencia de Dios. Sus argumentos falaces son aún más absurdos que algunas incoherencias del comportamiento eclesiástico”[2].
De esta problemática, quisiera quedarme con la mala interpretación de la labor de la Ciencia, de manera que muchos de los argumentos de ciertos ateos, es la de invocar a la Ciencia para situarla en contra de la Religión. Algo que, en nuestros tiempos – por problemas de amnesia – puede a simple vista parecer en algo lógico, sin embargo remontándonos a unos cuantos años atrás, podremos descubrir que tal postura es no sólo irracional e insensata, sino también insultante para la Historia Universal. Y quiero aclarar, que no tengo nada en contra de los ateos pues no estoy abordando el tema hacia la persona, sino hacia sus argumentos, ya que tengo muchos amigos que son ateos y a quienes estimado demasiado.
Decía pues, que parece que ciertas personas han olvidado que aquél que puso el primer sistema de planetas basado matemáticamente que giran alrededor del sol (Nicolás Copérnico), o que aquél que hizo un trabajo temprano sobre la luz, y estableció las leyes del movimiento planetario sobre el sol, llegó a estar cerca de llegar al concepto Newtoniano de la gravedad universal – incluso antes de que Newton naciera! (Kepler)… y una lista larga de personajes… eran no solo creyentes, sino que a través de su ciencia comprendían la trascendencia de lo que descubrían, entendiendo que al final llevaba hacia un Ser Creador e Inteligente, al que llamamos Dios.
Hago un llamado tanto a creyentes como a no creyentes. ¡Por amor a Dios, a la ciencia o al sentido común al menos! Cuando quieran discutir o hacer un comentario de algo que no están de acuerdo, háganlo aclarando que eso es lo que “piensan”, y que son conscientes de que lo que “piensan” es muy lejano a lo que ES. De manera que podamos educarnos en aprender a discutir con altura, con argumentos y con sentido común, lejos de las apreciaciones personales, resentimientos o malas experiencias.
DESMONTANDO ARGUMENTACIONES ATEAS
La creatividad para la ignorancia siempre será ilimitada, sin embargo a continuación presento las objeciones más comunes de parte de los ateíllos, e inmediatamente seguido de la refutación correspondiente.
La objeción materialista
Todo lo que existe es material
Dios no es material
Dios no existe
El axioma básico del materialismo (“todo es materia”) debe ser rechazado, al menos por las siguientes dos razones: Esta afirmación del materialista acerca del “todo” es completamente infundada, por lo cual se debe aplicar aquí la conocida regla dialéctica de los escolásticos: Gratis asseritur, gratis negatur (lo que se afirma sin prueba, se puede rechazar sin prueba). Existen muchas realidades conocidas por el hombre (por ejemplo, el conocimiento humano y la libertad humana) acerca de las cuales no se puede alegar con algún sentido que sean realidades materiales. Es decir, no existe ninguna noción inteligible de “materia” que abarque esa clase de realidades.
La objeción cientificista
Todo lo que existe es susceptible de verificación por el método científico
La existencia de Dios no es científicamente verificable
Dios no existe
Debemos tener muy en cuenta que el concepto de “ciencia” utilizado por el cientificista incluye sólo las ciencias particulares (matemática, física, química, biología, etc.), excluyendo las ciencias universales (filosofía y teología). De la premisa mayor de la objeción cientificista se deduce fácilmente esta otra afirmación: “Sólo el conocimiento científico es verdadero conocimiento”. Ahora bien, esta afirmación es autocontradictoria, y por lo tanto falsa. La contradicción está en el hecho de que, al negar la existencia de afirmaciones verdaderas no fundadas en la ciencia, se está haciendo una afirmación no fundada en la ciencia, sino en una falsa filosofía. Es decir, ninguna ciencia particular demuestra ni puede demostrar que el único conocimiento válido es el conocimiento científico. De aquí se deduce la falsedad de la premisa mayor de la objeción cientificista. Por otra parte, la objeción cientificista puede reducirse a la objeción materialista, que ya hemos refutado en el punto anterior.
La objeción cosmológica
Si Dios existe, entonces no puede existir un mundo imperfecto
El mundo es imperfecto porque existe el mal
Dios no existe
Precisamente lo contrario a lo afirmado por la premisa mayor de la objeción cosmológica es cierto: Si Dios existe, entonces no puede crear un mundo absolutamente perfecto, porque un ser absolutamente perfecto (perfectísimo) es un ser divino. Si Dios hubiese creado un mundo perfectísimo, habría creado un segundo Dios. Pero no puede haber dos dioses distintos, porque entonces ninguno de ellos sería Dios, el Ser perfectísimo, ya que a cada uno de ellos le faltaría algo de la perfección del otro. Por lo tanto, si Dios crea un mundo, debe crear necesariamente un mundo con alguna clase de imperfección.
Además, Dios no puede crear otro Dios, porque la misma noción de “otro Dios creado” es absurda, dado que un Dios creado debería ser a la vez incausado y causado. Esto no supone ninguna limitación de la omnipotencia divina, porque ésta abarca todo lo posible, es decir todo lo que en sí mismo no implica contradicción.
FINALMENTE…
Evidentemente el artículo no está destinado a desmantelar cada una de las objeciones que pueden salir en el camino con respecto a la existencia de Dios, sino a dar una pequeña luz sobre el asunto en cuestión, pero más que nada, en dar a entender una postura fanática y dogmática de parte de ateos resentidos con la Iglesia por “x” motivos. Que cuando se trate de un debate, los argumentos sean de altura y no postulados emocionales, que una vez ya sin argumentos, recurren al arma de emergencia: “me siento ofendido” o el muy famoso y también en boga “respeta mi forma de pensar”.
[1] Ateísmo, hoy. José Miguel Pero-Sanz. Ediciones Palabra.
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