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Foto del escritorSteven Neira

Postmodernismo: cuando la verdad incomoda

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Varias veces me han preguntado a qué me refiero cuando hablo de “postmodernismo”,  así que, me pareció justo y necesario dar una breve explicación de qué es el postmodernismo. Aprovechando, además, que hace poco hubo la #MarchaDeLasPutas, una marcha que pretende representar a las mujeres, pero que, en la vida real, no representan más que a unos cuantos caudillos de una agenda ideológica.

Hace un par de siglos, aún era de aceptación general lo que se conocía como la correspondencia de la verdad, es decir, que la realidad no es otra cosa que la adecuación de mi mente a la realidad y no al revés, sin embargo, la filosofía postmoderna, ha volteado este presupuesto lógico patas arriba. Hemos llegado a esta época, en que la búsqueda de la felicidad ha quedado completamente desvinculada de la verdad. No importa si es verdadero o no, sino, si me hace feliz (concepto de felicidad, por supuesto, desvinculado también de cualquier realidad estable y objetiva). A continuación, ayudándome de unos apuntes de mi profesor de Historia de la Filosofía Contemporánea, resumiré el postmodernismo en tres características importantes: verdad subjetiva, lenguaje y deconstrucción y anti-realismo y construcción de la realidad… ¿Complejo? Cuando uno se aleja de la realidad, es así como se complican las cosas.

Verdad Subjetiva

Existe una aversión y un rechazo total a la idea – a la insinuación siquiera – de que existe la verdad universal y objetiva (con V mayúscula), sólo existen verdades (con v minúscula) que son particulares de cada sociedad, grupo de personas, y todas éstas, sujetas a la percepción de cada individuo. Este trasfondo es el que da origen a la infaltable frase de todo postmoderno: “Eso puede ser verdad para usted, pero no para mí”.

Lenguaje y Deconstrucción

Un filósofo francés (Jaques Derrida), será quien profundice el término “deconstrucción”, aplicada sobre todo a la lectura de textos. Paso a explicar: lo normal de cuando uno lee un texto, es que se trate de comprender lo que el autor quiere decir, esto como lo normal, pero resulta que la deconstrucción involucra leer un texto hasta encontrar sus significados ocultos o múltiples para mí. De esta manera, la interpretación de un lector del texto llega a ser más importante que el texto mismo. Es más, toma muchísima importancia, la subjetividad del lector al determinar lo que el autor quiso decir.

Esta crítica literaria postmodernista dirá que las palabras nunca describen el mundo objetivo, sino que sólo se refieren a otras palabras. Es decir, no importa cómo un escritor construya una oración, nunca podrá decirnos nada acerca del mundo real, sino sólo acerca del mundo como lo entiende el lector (o sea, yo).

Anti-Realismo y la Construcción de la Realidad

Esto que acabo de explicar de la “deconstrucción”, la filosofía postmodernista lo lleva mucho más allá del área de la literatura. No existe un “mundo real” (así como no existía algo objetivo que el autor del texto quería manifestar), sino miles de millones de construcciones del mundo, una creencia conocida como anti-realismo, justamente porque se resiste a aceptar la idea de que exista una realidad objetiva.

Detrás está este criterio de que todo ser humano está condicionado por su cultura y lenguaje, su situación en la vida, y que, por tanto, nadie es capaz de salirse de su situación para dirigirse a un universo amplio, con declaraciones de hechos objetivamente verdaderas. Básicamente, somos burbujas aisladas incapaces de referir una verdad objetiva. Esto explica por qué ante un debate argumentativo, suelen tener contestaciones como: “eso lo piensas porque eres católico”, o la infaltable “eso lo dices porque eres hombre”.

De esto se desarrolla una conclusión nefasta: nosotros no descubrimos hechos verdaderos acerca del mundo real, lo creamos.


Conclusión

Pues la conclusión no es muy difícil de sacar. Esta es la filosofía que bombea detrás de cada ideología que ciertas minorías han tomado como bandera de batalla: feministas radicales, colectivos LGBTI y afines. Es un homenaje a lo irracional, porque, convencidos de poder crear la realidad, se han imaginado víctimas de todas las injusticias y voz y representación de personas que, en definitiva, no representan. En la medida en que nos hacemos más conscientes de lo que hay detrás, advertimos la necesidad de volver a reconciliar al pensamiento con la realidad, en definitiva, a la felicidad con la verdad.

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