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Foto del escritorSteven Neira

La Resurrección for dummies, 8 facts imperdibles


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Hace poco escribí acerca de la unión hipostática[1] debido a que me pareció un tema de emergencia, debido a que me había topado con muchos católicos confundidos por la vida, sin embargo, esta vez he querido enfocarme en otra verdad de fe, que más allá de un tema de “argumentos”, implica la columna vertebral del hecho de ser cristianos, pues como lo dice San Pablo, si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe[2].

LA TUMBA ESTABA VACÍA

Está muy bien documentado el hecho de que los fundadores de otras “fes”, como Martín Lutero (fundador del protestantismo) o  Mahoma (fundador del Islam) están enterrados en sus tumbas o sus cenizas esparcidas en algún lugar de la tierra. Pero no Jesús. “Eruditos” modernos como Giorgio Tsoukalos (el señor despeinado que habla de los extraterrestres en History Channel) o cualquier otro amante de las pseudo-investigaciones, pueden decir lo que quieran, pero la Historia nos dice claramente que ese Domingo de Pascua no había nadie; la tumba estaba vacía. Adicionalmente, hubo apariciones “post-resurrección” de Jesús no sólo a los once Apóstoles que quedaron, sino a cientos de personas. En un lapso de seis semanas, se apareció a varios grupos de personas de diferente número y lugar. Se apareció ante 500 personas en un lugar – un gran número para ser una “fabricación imaginaria” –. Sin mencionar, que la gente a la que se apareció, no solo lo vio, sino que comieron con Él, caminaron con Él, lo tocaron. Incluso en un momento Jesús hasta les hace el desayuno[3]. Muchos eruditos – pseudo-científicos en su mayoría – suelen tener una lucha interna en su cabeza, porque no vieron a Jesús en su Resurrección gloriosa con sus propios ojos, pero no por ello podemos desechar el sinnúmero de testimonios que existen de su Resurrección, tan sólo porque no estuvimos ahí.

Muchas personas nos dirán que “basado en la lógica humana”, creer en la resurrección no tiene sentido. Lo primero que tenemos que recordar es que “la lógica humana” no es omnipotente. Dios es muy claro cuando nos dice que Sus caminos no son nuestros caminos, y por ende Sus pensamientos no son los nuestros[4].

Lo que es ilógico es pensar que el “hombre” es el centro del universo. La verdad es que el Cristianismo es mucho más lógico de lo que mucha gente cree, y de plano es mucho más “lógico” que el ateísmo o el agnosticismo. La complejidad del cosmos, la tierra, el cuerpo humano, todos son testigos de un diseño inteligente, y por extensión, un Diseñador Divino. La segunda cosa que debemos recordar es que cualquier conversación con respecto a Dios, va a necesitar un grado de fe. Si las personas no están dispuestas a admitir humildemente que no tenemos todas las respuestas, pues entonces la conversación no irá a ningún lado. La verdad de Dios y el orgullo del hombre no pueden coexistir en el mismo espacio.

A continuación les comparto ciertos datos importantes con respecto a la verdad de la Resurrección. No son profundísimos detalles ni exhaustivas pruebas investigativas; tan sólo puntos que pueden fortalecer lo que con humildad de corazón creemos con la fe:

  1. LA TUMBA TENÍA UN SELLO ROMANO Y UNA GUARDIA ROMANA


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Sello Romano en la Tumba


La arcilla se fijaba a una cuerda (extendida a través de la piedra que bloqueaba la entrada) y a la tumba misma. El sello romano era incrustado en la arcilla. Si rompías el sello, rompías la ley; rompías la ley, morías. La “guardia” estaba conformada por hombres altamente entrenados como milicia. Estos soldados eran expertos en tortura y en combate, de manera que no podían ser intimidados fácilmente por una “banda” de pescadores y recaudadores de impuestos. Si se quedaban dormidos o abandonaban sus puestos, habrían violado la ley, lo que les aseguraba la muerte.

  1. LA TUMBA TENÍA UNA PIEDRA ENORME QUE LA BLOQUEABA

Expertos ponen el peso de la piedra en alrededor de dos toneladas (4000 libras), probablemente de al menos unos siete u ocho pies de altura. Esto definitivamente requería de una “alzada en equipo” o “rodada en equipo”, pero definitivamente, entre tres o cuatro era imposible moverla.

  1. EL MARTIRIO DE LOS TESTIGOS ES UNA PRUEBA

Sólo analicémoslo por un segundo: ¿la gente dejaría sus negocios, carreras, casas y familias, iría al fin del mundo, sufriría muertes horribles y grotescas, y olvidarían sus anteriores “creencias religiosas sobre la salvación”, todo para proteger una mentira? Ninguno de los que fueron decapitados, alimentados a los leones, quemados en aceite hirviendo, crucificados de cabeza o quemados vivos “cambió la historia”. Al contrario, cantaron himnos de confianza y alabanza, sabiendo que el Señor que venció a la muerte los resucitaría a ellos también.

  1. LA IGLESIA SE SIGUE FORTALECIENDO

Si la Resurrección fuese una mentira, la Iglesia habría desaparecido hace siglos ya. La Iglesia Cristiana es la institución más grande que cualquier otra de cualquier tipo en la historia de la humanidad. La Iglesia comenzó con los Apóstoles después de Pentecostés, el mismo año en que resucitó Jesús. A conquistado imperios, resistido ataques (de adentro y de afuera), y crecido a pesar de los pecados de sus miembros, sencillamente porque fue fundada por Jesucristo en Persona, y guiada y protegida por el Espíritu Santo. La Iglesia, al igual que Cristo, es humana y divina.

  1. JESÚS MISMO, PROFETIZÓ QUE IBA A SUCEDER ASÍ

Jesús le dijo a la gente que iba a suceder así. No lo tomó “por sorpresa”. El no dijo “me van a matar” (que muchos otros podrían verlo venir), sino que dijo “resucitaré al tercer día.” Esos detalles no son irónicos, coincidentes o por adivinación; se llaman profecías y las verdaderas profecías vienen de Dios.

  1. EL ANTIGUO TESTAMENTO PROFETIZÓ QUE IBA A SUCEDER ASÍ

Fue dicho siglos antes de que Cristo mismo naciera o lo viviera. Hay cientos de profecías sobre el Mesías, lo que iba a decir, hacer, vivir, y cómo habría de morir; fueron dichas siglos antes por gente que Dios eligió (muchos de los cuales – por cierto –  ni siquiera se conocieron unos a otros). Isaías, Jeremías, Zacarías, Oseas y Miqueas (sólo por nombrar algunos) todos hablaron sobre la muerte y Resurrección de Cristo cientos de años antes de que sucediera.

  1. EL DÍA DE ADORACIÓN CAMBIÓ

Siguiendo la Resurrección, cientos de miles de judíos (en su mayoría durante la noche) abandonaron la tradición de siglos de celebrar el Sabbath en el último día de la semana y comenzaron a adorar en el primer día de la semana – el día en que el Señor, el Cristo, venció a la muerte, sellando la nueva y última Alianza con Dios.

  1. ES UN EVENTO ÚNICO POR SOBRE TODAS LAS RELIGIONES

Ningún líder religioso bajo ninguna consecuencia se ha proclamado a sí mismo como Dios, excepto Jesús. Ningún otro líder religioso ha hecho las cosas que Cristo hizo. Ningún otro líder religioso fundamentó su “postura” con la Resurrección. Confucio murió. Lao-tse murió. Buddha murió. Mahoma murió. Joseph Smith murió. Cristo resucitó de la muerte.

¿Quieren lógica? Cristo curó a los ciegos, a los sordos y a los tontos. Alimentó a las masas, curó a los leprosos, y perdonó a los pecadores. Hizo que los cojos anduvieran y a otros los devolvió a la vida. Multiplicó la comida, caminó sobre el agua, y calmó las tormentas tan sólo con Su Voz. El milagro del Viernes Santo es que no hizo ningún milagro ese día. Murió. El milagro del Domingo de Pascua es que resucitó de entre los muertos. ¿Qué más podemos esperar?

El mundo no puede ofrecernos ninguna cura para el sufrimiento. El mundo puede ignorarlo, renegar de él, debatirlo o medicarlo, pero no hay cura o sentido en el sufrimiento separados de Jesucristo. En Cristo, nuestro sufrimiento tiene un sentido y un valor. Apartados de Cristo, el sufrimiento es absurdo y estéril. No existe una fuente de rejuvenecimiento. No hay una droga milagrosa. No hay cura para la muerte excepto Jesucristo.

¡Esa es la verdad, y qué hermosa verdad![5]

 

[1] Si usted no sabe qué es eso, es porque no ha leído mi artículo anterior. Le invito, no muerde: https://stevenneirac.wordpress.com/2015/08/23/jesus-dios-y-hombre-a-la-vez-what/

[2] 1 Corintios 15,14

[3] Juan 21, 9

[4] Isaías 55, 8-9

[5] Juan 8, 32

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