Con el tiempo he escuchado y leído todo tipo de preguntas (créanme cuando digo DE TODO TIPO), pero una en particular que realmente me hace querer llorar, es cuando católicos – de los que ya van a universidad y tienen licencia de conducir – preguntan escandalizados y con cara de novedad: “¿Cómo que Jesús es Dios, no es que Él era el Hijo de Dios?”… y entiéndase que no hablo de paganos, ateos o escépticos sino de católicos de misa de domingo.
Ante esta realidad preocupante de que existen católicos que a sus veinte y más años todavía no se habían enterado de que adoramos a Jesús porque es Dios al igual que el Padre y el Espíritu Santo, me he decidido por aclarar el tema en cuestión. Este artículo también va dirigido a todos quienes de buena voluntad tienen sus dudas particulares al respecto.
¿OSEA QUE ES DIOS Y HOMBRE A LA VEZ?
Todos sabemos que Clark Kent es un superhéroe (Superman) que se viste como un tipo normal. Sabemos que trata de disfrazar su naturaleza “súper-humana” a través de su apariencia exterior. Por otro lado, Bruce Wayne es sólo un tipo cualquiera sin poderes, que se disfraza de alguien mucho más poderoso de lo que en realidad es (Batman).
Evidentemente Jesús es muy diferente a ambos personajes. Primero, porque Jesús es real. Segundo, porque Jesús no era como Superman “tratando de verse humano y normal”. Jesús era completamente humano; no era un disfraz. A su vez, a diferencia de Batman, Jesús no actuaba “como si” tuviese poderes. Jesús era completamente Dios todo el tiempo, no sólo momentáneamente realizando hazañas que iban más allá de la capacidad y comprensión humanas.
En los primeros siglos del Cristianismo, esta verdad acerca de Jesucristo siendo 100% Dios y 100% Hombre, fue debatida ferozmente entre heréticos que decían que era Dios o era hombre, y otros que decían que era “mitad y mitad”. Por suerte, la verdad de la doble naturaleza de Dios (llamada unión hipostática) fue clarificada por la Iglesia a medida en que pasaban los años, específicamente en los Concilios de Nicea en el 325, Éfeso en el 431 y Calcedonia en el 451.
VAMOS A LA TEORÍA
Jesús era igual a sus hermanos en todo excepto en el pecado[1]. Sí, esto quiere decir que:
Jesús tenía dolores estomacales y de cabeza
Jesús podía tener quemaduras por el sol intenso
Jesús tenía hormonas
Jesús estornudaba
Jesús se reía
Jesús lloraba[2]
Es completamente humano como tú y como yo (excepto que sin pecado). Además es completamente divino. Caminaba sobre el agua, resucitaba a los muertos, multiplicaba panes, y curaba a los leprosos. Era capaz de muchísimo más que tú y yo, obviamente, porque Él es Dios.
Ambas realidades pueden ocurrir de manera simultánea. Durante su tiempo en la tierra ciertamente Jesús era mucho más de lo que se veía a simple vista, pero Jesús no era un “transformer”; El no “cambiaba” de una naturaleza a otra. Ambas eran constantes, simultáneas e inseparablemente unidas.
LAS HEREJÍAS[3] DE AQUELLOS TIEMPOS…
Las Herejías en los primeros siglos del Cristianismo eran el pan de cada día, y evidentemente la verdad de la doble naturaleza de Cristo no fue inmune a ellas…
Los Gnósticos: Buscaban negar que Cristo era completamente humano.
Los Arrianos: Negaban que Cristo fuese completamente Dios.
Los Nestorianos: Decían que Cristo era un humano “unido a la persona divina del Hijo de Dios”
Los Monofisitas: Discutían que la naturaleza humana de Cristo dejó de existir cuando asumió la divinidad como Hijo de Dios.
Evidentemente no eran las únicas pero ni yo estoy dispuesto a escribirlas todas ni ustedes a leerlas, lo importante es que la Iglesia formulaba los dogmas en respuesta a cada herejía, de manera que iba tomando forma la doctrina definida sobre los Misterios de Dios. Ya en el Concilio de Nicea (325) la Iglesia confesó que Cristo era homoousios[4] (“de la misma sustancia” del Padre), condenando así a los arrianos que decían que Cristo era “de una sustancia distinta del Padre”. Así también, en el Concilio de Éfeso (431) la Iglesia confesaba que María era verdaderamente la Madre de Dios (suerte a los protestantes tratando de negarle el título a María, pues haciéndolo niegan la divinidad de Cristo). Las herejías iban y venían en cada siglo, y eran siempre derribadas por la Iglesia que repetía y clarificaba la eterna verdad de la unión de las dos naturalezas de Cristo.
Ciertamente, puede ser un poco confuso para nuestro humano entender, el imaginarnos la “mente divina” de Dios existiendo “dentro” y alimentando un cerebro humano, como sería el caso de Cristo. Más aún, existen muchos que se confunden al leer que el día y la hora del fin de los tiempos no lo sabe el Hijo sino sólo el Padre, y entonces no comprenden “qué mismo es, ¿Dios u hombre?”. El Catecismo en el numeral 474 lo responde de la siguiente manera:
Señoras y señores, Jesucristo la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es Dios y Hombre verdadero. Dos naturalezas, en una sola Persona Divina. Si usted es católico y no sabía que Jesús era Dios y Hombre a la vez, le recomiendo que se lea el Catecismo, no sólo para saber más cosas, sino para que pueda enterarse de qué cosas son las que usted como católico debe creer, lo que me lleva al último punto.
LA ENSEÑANZA DE LA IGLESIA NO ES OPCIONAL
Ya que hablamos de una declaración de fe tan importante como la unión hipostática, es importante aclarar que, cuando ustedes escuchen a una persona decir: “yo soy católico pero…”, ¡huyan! ¡Huyan por sus vidas! Porque lo siguiente que se viene es la negación de alguna enseñanza importante de la Iglesia. A muchas personas les cuesta entender esto, pero en realidad es muy sencillo. Si somos católicos, quiere decir que nos adherimos de manera absoluta y definitiva a la fe que proclama la Iglesia (esa fe está detallada en el Catecismo), pero si por otro lado, nos parece “interesante” una que otra enseñanza, pero no vamos a aceptar la enseñanza completa, deberíamos llamarnos de otra forma (agnósticos, en duda, en búsqueda, etc.) pero no católicos.
Con respecto a esto, todos somos libres de creer lo que nos dé la gana PERO, no somos libres de creer lo que nos dé la gana y llamarlo Catolicismo. Rechazar una enseñanza moral o doctrinal de la Iglesia recae en un pecado mortal de herejía, y constituye la excomunión latae sententiae[7]. Este tipo específico de excomunión puede revertirse si la persona rechaza el error y confiesa la herejía a través del Sacramento de la Confesión. Para dejarlo más claro aún, si la persona sabe lo que enseña la Iglesia y lo rechaza de todas maneras, esto aplica para dicha persona.
[1] Hebreos 2, 17:4, 15
[2] Juan 11, 35
[3] Falsedades doctrinales y opiniones erradas que contradecían la enseñanza de la Iglesia.
[4] No es inglés, no es latín y NO es italiano. Es griego señores.
[5] Marcos 13, 32
[6] Hechos 1, 7
[7] Excomunión automática que se produce aunque no exista una declaración escrita de excomunión por parte de la Iglesia contra una persona determinada. El cometer el delito ya implica la excomunión automática. (Cfr. Canon 1364. Derecho Canónico)
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