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Foto del escritorSteven Neira

El tic nervioso de las imágenes


CatolicosColegio

Habiendo recibido todo tipo de preguntas, hay una muy específica que suele repetirse con mucha frecuencia, de manera que he decidido dedicarle un artículo. Es sumamente común la acusación cuasi demoníaca que tienen muchos hermanos nuestros contra los católicos, diciendo que somos idólatras porque adoramos imágenes, que fueron hechas por hombres, y un largo etcétera que todos conocemos muy bien de memoria. En esta situación es sumamente típico – y grábenselo – utilizar casi como catapulta la cita del Libro del Éxodo que dice así:

No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso (…)[1]

Pero, ¿cuáles son los alcances de esta prohibición? ¿Se refiere a TODO tipo de imágenes? ¿Quiere decir que las obras de Miguel Ángel, Bernini o Marconi son idolatría? ¿Las imágenes de mis seres queridos también son idolatría?… Ciertamente, haciéndonos estas preguntas comprendemos que la Biblia NECESITA ser interpretada en su contexto, y no por un fundamentalista que diga tener la “iluminación” del Espíritu Santo, sino por la Iglesia a la cual Cristo le ha dado la autoridad para hacerlo.

TODA CITA FUERA DE CONTEXTO, ES UN  BUEN PRETEXTO

Brevemente (para no aburrirlos) diré de manera general que, dentro de la Historia de la Salvación, el pueblo de Israel, era una comunidad pequeña y casi insignificante, al estar rodeada de civilizaciones bastante ostentosas. El Pueblo elegido estaba rodeado de idolatría que podía filtrarse – y que de hecho así fue – en cualquier momento y por cualquier lugar, razón por la cual, Dios quiso protegerlo de todas estas abominaciones y que se mantuviese fiel. Más aún, la consigna de Éxodo 20,4 está destinada a imponer al pueblo una visión inmaterial de Dios, abriéndose así camino a lo que luego nos dirá el Salvador: Dios es espíritu, y los que le adoran, deben adorarlo en espíritu y en verdad[2].

Hay que entender bien el contexto de esta cita, pues este precepto de prohibición de idolatría fue uno de los más desobedecidos, y por ende, la propensión de los israelitas a copiar los cultos cananeos y  fenicios fue la obsesión de la predicación profética del Antiguo Testamento.

Por otro lado – y esto si es irónico –, el mismo Dios que  prohíbe hacer imágenes, cinco capítulos más adelante manda a hacer dos estatuas de querubines bañados en oro[3]… ¿Dios se contradice, o están haciendo “decir” a Dios algo que no dice?

EL ABSURDO DE ESTE ARGUMENTO…

Verdaderamente no logro comprender cómo siguen habiendo personas que realmente crean que esto puede ser un argumento contra la práctica de la Iglesia… no sé si estas personas de repente no tienen fotos ni cuadros en sus casas, sucede que cualquier argumento fundamentalista, llevado a sus últimas consecuencias es siempre un absurdo.

Los que utilizan Ex. 20,4 para atacar esta práctica de la Iglesia, nos suponen, o se suponen a sí mismos, con la misma mentalidad de los antiguos hebreos o gentiles (y esto aplica a cualquier otro argumento que se funde en una cita sacada de su contexto histórico). Sin embargo, hay que anunciarles que la situación cultural ha cambiado un poco desde el año 1445 a.C. al 2015… parecen ignorar que la Iglesia fundamenta la veneración de las imágenes sagradas en la revelación que Cristo nos ha dejado, en este sentido santo Tomás de Aquino nos dice que:

“El culto de la religión no se dirige a las imágenes en sí mismas como realidades, sino que las mira bajo su aspecto propio de imágenes que nos conducen a Dios encarnado. Ahora bien, el movimiento que se dirige a la imagen en cuanto tal, no se detiene en ella, sino que tiende a la realidad de la que es imagen”[4]

Finalmente, me parece cómico cuando los mismos que pobremente usan este argumento, no han sido capaces de cuestionarse las cosas más elementales y obvias… Muchos aseguran que su iglesia fue fundada por Cristo y otros – menos atrevidos – alegan que su iglesia existía antes del siglo XVI, pero parecen ignorar que los cristianos del siglo II tenían imágenes del Buen Pastor o de la Virgen y el Niño, de un tamaño tan grande que bastaría para infartarlos… ¿quiénes eran éstos? ¿”Falsos” cristianos? ¿Idólatras?…


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“Jesucristo, el Buen Pastor” siglo II



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“Virgen con el Niño”, Mural del siglo IV


Hubiera querido dedicar también un artículo a la absurda objeción que tienen algunos protestantes con respecto a la Cruz de Cristo, acusándonos de portar el “instrumento con el cual asesinaron a Jesús”, sin embargo el asunto es tan inverosímil que tan sólo le dedico este párrafo, y tan sólo haré eco de la Palabra de Dios diciendo que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles[5].

Queridos hermanos católicos, portemos orgullosos la Cruz de Cristo por la cual hemos sido salvados y válganse de  esas hermosas imágenes sagradas que elevan el alma a Dios, para que puedan adorar en espíritu y en verdad al Único Dios Verdadero, Cristo el Señor, que murió y resucitó por nosotros.

 

[1] Ex. 20, 4-5

[2] Jn. 4, 24

[3] Ex. 25, 18

[4] Summa Theologiae, II-II, 81, 3, ad. 3

[5] 1Cor. 1, 23

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