Desenvainando la espada por el verdor del pasto
Tal vez – y aquí va mi fe en la humanidad – no soy el único que experimenta una profunda indignación por la manera tan luciferina en que se ha pisoteado la dignidad humana en este siglo. Que todos brincan con cartelitos de colores para defender a las ballenas, y los predicadores de la agenda progre se rasgan las vestiduras para que la sociedad reconozca que un hombre puede ser mujer si se levanta deseándolo con toda su imaginación, pero sigo aquí sentado, esperándoles para qu